PRECIO VISITA
Precio del servicio de guía :
8 €/adulto + el coste de la entrada al castillo
2 €/niño + el coste de la entrada al castillo
*El importe de las reservas se desembolsará al inicio de la visita
VISITA GUIADA AL INTERIOR DEL CASTILLO E IGLESIA DE VALDERROBRES:
- Tiempo de visita 1 h y 15 minutos.
- Se visitará el interior y fachadas del Castillo e Iglesia.
- Salida desde nuestro local: Turismo Matarraña situado en plaza de España de Valderrobres.
- Al finalizar la visita se ofrece una degustación de productos de la zona: quesos, embutidos, dulces, vino, vermouth…
Sobre Valderrobres se alza este imponente y sólido castillo que conforma junto a la Iglesia de Santa María la Mayor un binomio impresionante en el pico del propio pueblo.
Castillo defensivo del S.XII y reconvertido como Castillo residencial por el Arzobispado de Zaragoza desde el S.XIV
En el interior del Castillo visitaremos las caballerizas, la sala capitular, las mazmorras o pozo de la mano peluda, la cocina, los salones nobiliarios con sus chimeneas, las despensas, las galerías, el paso de ronda y las almenas donde observaremos unas vistas espectaculares de la localidad.
En la iglesia destacan su portada, decoración escultórica de canecillos, capiteles y claves, los rosetones y la tribuna a la que se accede desde una escalera de caracol y que se comunica con el castillo a través de un pasadizo. También se pueden contemplar la cruz procesional y los restos del retablo del S.XVI y otros restos arqueológicos.
El Castillo ha sido restaurado recientemente e inaugurado en Agosto del 2021 siendo uno de los Castillos más espectaculares e importantes de Aragón
RESERVAS A TRAVÉS DEL FORMULARIO O AL TELÉFONO: 649686311 / 630887559
UN LUGAR CON HISTORIA
CASTILLO
En el siglo XII, Valderrobres formaba parte de la Peña de Aznar Lagaya, territorios reconquistados en 1169 y donados en 1175 por el rey al obispado de Zaragoza, que casi inmediatamente los cedió a Fortún Roberto. En el año 1183 es cuando se le concede a este territorio su carta de población. Los descendientes de Fortún Roberto retuvieron el señorío de Valderrobres a lo largo de todo el siglo XIII, hasta la muerte de Don Pedro de Oteyza en el año 1305. En ese momento se extinguió esta casa y se produjo un litigio entre el monarca y el obispo de Zaragoza, que se saldó en 1307 con la enfeudación definitiva de Valderrobres y sus territorios en favor del arzobispo de Zaragoza, quien conservó sus derechos hasta el siglo XIX.
Aunque no se puede descartar la existencia de una construcción anterior, la historia que podemos documentar del castillo de Valderrobres tiene sus inicios a finales del siglo XII, cuando coincidiendo con la Reconquista, se nos muestra como un torreón defensivo.
En 1307, el arzobispo de Zaragoza se convierte definitivamente en señor feudal de estos territorios e impulsa la construcción del Valderrobres más monumental, empezando por la Iglesia gótica y parte de la planta baja del castillo. A partir de 1390, el arzobispo García Fernández de Heredia reemprende las obras transformando definitivamente la vieja torre defensiva en un palacio que le sirviera de residencia a él mismo y a los muchos señores que en aquella época pasaban por esta zona en sus viajes.
Tras el asesinato de don García en 1411, la construcción volvería a quedar estancada, pero en los años treinta de aquel siglo, un nuevo arzobispo se interesará por el territorio: Dalmau de Mur y Cervellón, uno de los grandes mecenas del arte y la cultura del cuatrocientos. Don Dalmau centró su mecenazgo en la conclusión de las obras empezadas. Además de sus contribuciones para finalizar la iglesia, reforma la segunda planta del castillo de Valderrobres, dándole un enfoque más utilitario como almacén y termina las estancias altas, así como el muro del patio de armas y los accesos.
A partir del siglo XVI, el castillo queda como una residencia del Arzobispo de Zaragoza raramente utilizada. El desgaste y el desuso van haciendo mella en él según avanzan los siglos y solo en contadas excepciones, como las reformas de Hernaldo de Aragón en el siglo XVI o el sínodo diocesano de 1656, encuentra algo de su antiguo esplendor. El golpe de gracia llega en el siglo XIX, cuando las desamortizaciones hacen que el edificio pase a ser propiedad del Estado, lo que significó su abandono y el principio de más de un siglo de ruina y expolio masivo.
Afortunadamente, a partir de 1980 y especialmente entre 1982 y 1983, el monumento empieza a ser restaurado. En 1991, con la cubrición del distribuidor de la primera planta, concluye por ahora la restauración interior del castillo y este empieza a utilizarse como lugar habitual de acontecimientos culturales, como exposiciones, congresos, actuaciones de música y teatro… A partir del 2003 se restaura el patio de armas y el muro contraterrero. Actualmente el castillo de Valderrobres es una visita imprescindible para quien llega a la comarca del Matarraña y a la provincia de Teruel, además de la sede de innumerables acontecimientos culturales repartidos por todo el año.
Descripción
Actualmente entramos al castillo por la puerta que en su día utilizaba la nobleza. Sobre ella, el escudo de siete castillos del arzobispo Fernández de Heredia nos da la bienvenida. Llegamos al Recibidor, donde antiguamente se descabalgaba y desde donde podemos acceder a la escalera principal y a las Caballerizas. Las Caballerizas son la única sala que conserva su techo original, una impresionante bóveda de cañón apuntada.
Subiendo por las escaleras desde el recibidor, encontramos enseguida la Sala Capitular. Esta habitación de la planta baja del castillo, tiene la peculiaridad de estar rodeada por un banco de piedra. Aunque su utilidad original podría ser muy distinta, es posible que en los tiempos del palacio se utilizara como una sala de espera, donde los visitantes ilustres esperaban el momento de ser atendidos por el señor.
Ya en la primera planta, entramos en el Salón de las Chimeneas. Es la sala más grande y señorial del castillo. Como todas las de la primera planta, tenía como prioridad la comodidad del señor y por eso encontramos en ella hasta tres chimeneas y cinco ventanas “festejadoras”. Estas ventanas son propias de muchos castillos palaciegos y permitían al señor sentarse a disfrutar de las vistas exteriores en sus bancos paralelos.
El escudo de la familia Fernández de Heredia, casi omnipresente en toda la planta baja y primera planta del castillo, aparece aquí en un punto privilegiado coronando la sala. A partir del Salón de las Chimeneas, accedemos a otra sala hoy diáfana, pero que en su momento estaría dividida en al menos tres partes. La principal sería la del centro, que abarcaría la primera ventana festejadora y la chimenea. Tendría distintos usos según quien fuera el señor que habitase el castillo, desde despacho, hasta sala de estar.
Junto al Salón de las Chimeneas está la Cocina, que posee un espectacular techo en forma de cúpula sobre trompas que facilitaba la salida de humos del fogón central, situado en una elevación cuadrada en medio de la estancia. La Cocina contaba con pasaplatos para servir rápidamente la comida en el salón, un horno y un desagüe. La Cocina tiene uno de los rasgos arquitectónicos más curiosos del castillo; las trompas que achaflanan las esquinas y duplican el numero de lados de la planta para facilitar el cierre de la cúpula del techo. Saliendo de la Cocina, frente a ella, existían dos despensas que en breve serán excavadas, a su lado subimos por las escaleras hasta el patio de la segunda planta.
Esta es la zona donde mejor podemos ver lo que queda de la vieja torre defensiva que daba origen al castillo. La cúspide de la roca natural en torno a la que estaba construida aun sobresale en el centro, mientras que la parte trasera conserva las ventanas “saeteras” pensadas para disparar las ballestas sobre posibles atacantes. Cuando en el siglo XIV el edificio pasa a ser un palacio, esta zona se convierte en un patio parecido al claustro de un convento o monasterio.
A las estancias altas llegaremos por una escalera metálica que replica el trazado que en su día tuvo la original de madera. Aunque hoy en día la parte alta del castillo constituye uno de los mayores atractivos del monumento por sus espectaculares vistas, en sus orígenes, la utilidad fundamental de estas salas sería la de ser simples graneros, utilizados de tanto en tanto como habitaciones para el servicio, desde las que se accedía hasta el camino de ronda y las almenas.
En descenso desde el patio, encontramos la escalera de servicio que conectaba este último con la puerta trasera del castillo. Es mucho más empinada que la delantera y debió ser bastante oscura en su momento, sin embargo y pese a todas las dificultades era probablemente la escalera más transitada del castillo, dado que también por aquí entraban la mercancía a los almacenes. Si continuamos el descenso a partir de la puerta trasera, llegamos a la que era la parte más discreta y oscura de todo el edificio, donde están situadas las mazmorras, el acceso al subterráneo y el primitivo pasadizo que comunicaba con la iglesia.
Finalmente llegamos a la Bodega, que tenía al menos tres grandes toneles de vino, cuya capacidad rondaría los cinco mil litros. Aunque hoy en día lo veamos de piedra, en su momento el suelo era de tierra batida.
IGLESIA
La iglesia de Valderrobres es de una sola nave de salón, con tres tramos y capillas laterales en cada uno de ellos excepto en el segundo, donde está la portada.El ábside tiene siete lados y se cubre con una bóveda de ocho nervios. Todos sus lados muestran una ventana adornada con tracería de los cuales, la del centro es la más compleja.
En la clave de bóveda aparece Santa María la Mayor flanqueada por dos ángeles alados.
Al margen de la estructura gótica original, esta parte de la iglesia presenta elementos muy interesantes. Entre ellos, la gran talla de Cristo en la cruz que preside el altar y que esculpió el artista Paltor Voltá para la restauración de 1965.
El altar de la iglesia es un contundente monolito de cuatro metros de largo y cerca de nueve toneladas de peso que fue trasladado por los valderrobrenses desde la ladera de una colina tras el castillo hasta el interior del templo con motivo de la restauración de 1965.
También en esta parte de la iglesia podemos ver la talla de Santa María la Mayor, obra de los hermanos Albareda, autores del retablo que se realizó tras la Guerra Civil en sustitución del anterior destruido en la contienda.
Si pasamos al primer tramo de la iglesia, nos encontramos con que está cubierto por una bóveda de crucería sencilla, formada por cuatro nervios que descargan su peso en las columnas molduradas de las esquinas. A ambos lados se abren capillas laterales. En la clave de la bóveda central aparece en esta ocasión el Cordero Pascual esculpido con gran detalle y realismo.
En este tramo aparece la tribuna que hacía las veces de capilla privada del arzobispo y a la que se accedía desde el castillo.
En el lado opuesto a la tribuna, se encuentra el rosetón de este tramo, de unos tres metros de diámetro decorado con un tracería gótica muy bien conservada.
En el segundo tramo se repite la bóveda de crucería sencilla con cuatro nervios y apoyada en columnas molduradas. En la clave de bóveda aparece representado el arzobispo con dos acólitos.
Desde este tramo se abre una escalera helicoidal que conduce a la tribuna y al tejado de la iglesia. Junto a la escalera, se construyó una nueva capilla lateral, algo más pequeña. En el lado opuesto de este tramo tenemos la portada de la iglesia y sobre ella el impresionante rosetón de casi seis metros de diámetro que constituye la seña más identificativa del templo.
El tercer tramo de la iglesia ha sido recientemente restaurado, recuperando así su forma original, similar al de los dos anteriores. Su rasgo más característico es el rosetón flamígero que presenta en el muro a los pies de la iglesia y cuya tracería aguantó en pie incluso en la época de ruina.
En cuanto al exterior, destaca la torre del campanario, una impresionante construcción de planta octogonal con ventanas únicamente en la zona de las campanas y terminada en una cornisa horizontal cubierta con azotea.
Otro elemento a destacar es la portada de la iglesia, que se compone de once arquivoltas apoyadas sobre frisos de capiteles decorados con la historia de Noé, sus hijos y los profetas, quedando los laterales de acceso enmarcados por dos grupos escultóricos que representan la Anunciación y los donantes de la obra apoyados sobre cuatro figuras y rematados por el Sueño de José y la Huida a Egipto. Todo ello con la voluntad didáctica de transmitir la idea de la nueva alianza entre Dios y los hombres.
RESERVAS AL TELÉFONO: 649686311 / 630887559
VALDERROBRES, UNO DE LOS PUEBLOS MÁS BONITOS DE ESPAÑA
La asociación Los Pueblos más Bonitos de España fue creada en marzo de 2011 inspirándose en asociaciones similares que ya existen en todo el mundo con gran éxito.
La asociación está creando en España una red de pueblos con encanto que agrupa aquellos municipios más hermosos del territorio nacional bajo una misma marca de calidad. Valderrobres es uno de estos municipios.
Es objetivo de la asociación la promoción de estas zonas rurales a través de su página web y de las diferentes acciones que se emprenderán a través de internet, prensa u otros medios de comunicación.
La marca Los Pueblos más Bonitos de España es un sello de calidad, un referente a nivel nacional e internacional de prestigio en turismo rural y conservación de patrimonio. Cualquier pueblo que ostente la marca cumple unos criterios de calidad, belleza y accesibilidad turística, establecidos en la “carta de calidad” de la asociación.